jueves, 7 de junio de 2012



Da la sensación de que en las redacciones de los grandes medios occidentales, estuvo y está prohibido hablar, dar la más minima información, sobre la revolución de Islandia, la más grande en esta era de revoluciones, iniciada en París, en 1789. Que la nueva constitución de esta isla, a mitad de camino entre América y Europa, habitada por descendientes de vikingos, la redacten veinticinco ciudadanos, elegidos del pueblo –él único requisito era no ser un político profesional y contar con el aval de treinta firmas-, se eligieron de un listado de 522 que se presentó, es por cierto bastante más revolucionario que una carta magna inspirada por un Diderot, un D’Alembert o un Voltaire, tres insignes masones enciclopedistas; o un soviet socialista diseñado por un Marx, un Lenin, un Trotsky, o un Stalin. No sería justo poner en la misma bolsa a los padres de la democracia norteamericana, más de uno de aquéllos próceres estaría hoy día movilizándose en Wall Street, pidiendo la cárcel para los banqueros que se han apropiado de los sueños del pueblo norteamericano, de sus destinos, apañando la industria de la guerra y la manipulación de la paz mundial.

Los más de cincuenta mil franceses muertos durante el Terror revolucionario, empezando por Luis XVI, último rey de Francia, conforme los postulados jacobinos, o los millones de víctimas de la revolución de los soviets, empezando por el asesinato del zar Nicolás II y su familia, según el mandato de la conjura bolchevique, o los cientos de muertos de la Plaza de la Liberación, de El Cairo, durante la primavera del mundo árabe, distan demasiado de la pacífica revolución de las cacerolas islandesas, que no reporta ni un herido.

Lo más importante, que el pueblo de Islandia en directo, sin intermediarios ni representantes, a partir de los postulados de una democracia participativa, asuma los asuntos de Estado, más allá de la división de poderes republicanos (1789) o la instauración de la dictadura del proletariado (1918), encarcelando a los políticos y banqueros responsables de la debacle ética y económica de la Isla de los volcanes, al tiempo que por la decisión ciudadana de un referendum, exigido por el pueblo en las calles durante 16 semanas sin quemar un automóvil, se votó el no pago de la deuda externa, marzo de 2010, 93% de votos a favor de no pago; pura democracia, sin aderezos. También decidieron la nacionalización la banca; no, no les sopló el libreto ningún partido troskista, ningún economista iluminado, puro sentido común, prudencia política.

La venganza de los islandeses ante el silencio de radio de Occidente no se ha hecho esperar. El Parlamento ha votado por 50 votos a favor y 1 en contra, la iniciativa islandesa de medios modernos (IMMI), ley destinada a proteger el periodismo de investigación y toda forma de medios on line, compendio de la más avanzada legislación comparada sobre medios; no, Mariotto no se inspiró en este documento para diseñar la política de Estado del oficialismo sobre el asunto. En esto coinciden tanto Víctor Hugo Morales como Jorge Lanata, no han informado ni han hecho comentarios sobre la moderna legislación de medios del país de los volcanes, mucho menos sobre su experiencia revolucionaria, raro sobre todo en el hombre de los tiradores, él que investiga sobre minorías -23 hombres- que pueden salvar al mundo.

La nueva legislación ofrece protección jurídica a las fuentes, así como a las comunicaciones entre los periodistas y éstas. Se incluyen también medidas que permitan poner fin a lo que se conoce como “turismo de difamación”, a saber, la práctica de presentar demandas –por poderosos grupos- en países donde la legislación sea más favorable, con independencia de los países donde están establecidas las partes. En virtud de estas propuestas, aquellos que sean acusados por difamación, podrían plantear un contra-proceso en Islandia. Andrew Scott, profesor de derecho en la London School of Economics, estimó, antes de aprobarse la ley, que estas medidas “transformarían al humilde periodista islandés en un superhombre jurídico, fuera del alcance de los tribunales de fuera de Islandia por todos los comentarios realizados en su país.”

Lo más notable de esta más que pacífica y plural revolución democrática, es que con tres años de vida, ha triplicado el crecimiento económico de los islandeses, hecho tan inédito como poco difundido; el crecimiento de la economía de la isla es sostenido a partir de su revolución silenciada, por tres años consecutivos, insólito en la zona euro en estos días. Y sí, Islandia es el país nórdico con más alto nivel de vida, superior al de Noruega. No está de más informar que en Islandia no hay desocupación, no hay pobres, no hay indigentes, la salud pública y la educación superior son de libre acceso. Islandia es el país del planeta con más alto nivel de vida.

El PBI per cápita de los islandeses del año pasado, ha sido de 38.000 dólares, contra 58.000 de Noruega, presentada como la número uno. Sí, es cierto, los Emiratos Árabes y el Qatar, o Lichenstein, presentan PBI per cápita que superan los 100.000 dólares anuales, pero, convengamos, uno es un paraíso fiscal o los otros son monarquías petroleras en donde la libertad o la igualdad son monedas raras. El caso de los EEUU, con un 8% de desocupación, contra un PBI anual per cápita de 47.000 dólares, estamos hablando de millones de desocupados, lo saca de ese selecto ranking.

Creo que no se tiene en cuenta en ese análisis que Noruega es uno de los principales países productores de petróleo del planeta, con las reservas del Mar del Norte, mientras en Islandia la principal fuente de energía es la del vapor producido por los volcanes, energía geotérmica, no contaminante y renovable, digamos que dura lo que el planeta. A esto hay que agregarle que no tiene fuerzas armadas, tan sólo una lancha costera, así y todo fue invadida por Gran Bretaña durante la IIº guerra, a pesar de haberse declarado neutral. Durante los 70 vuelve a toparse con Gran Bretaña durante la llamada “guerra del bacalao”, su principal fuente de riqueza, la pesca. Sí, no son pocas las cosas que tenemos en común con los islandeses, algunos paisajes son de notable parecido.

Presos en Islandia como consecuencia de la crisis de 2008, de hecho, aún no ha habido; el ex Primer Ministro, Geir Haarde, ha sido absuelto de culpa y cargo de la acusación de haber sido “negligente” en el manejo de la crisis bancaria de 2008. Sí, se han dictado pedidos de captura a Interpol de banqueros de los tres principales bancos, Kaupthing Bank , nacionalizado en 2008, el más importante del país, nueve detenidos, Glitnir Bank, tres directores y varios accionistas y de Landbanski, el banco nacional más antiguo. Los activos de estos tres bancos eran veinte veces el PBI de Islandia, de 12 mil millones de dólares. No más de treinta personas habían decidido quedarse con ese pequeño país, en el caso del Glitnir Bank, sus directivos son acusados de la apropiación fraudulenta de más de 2000 mil millones de dólares, por medio de autopréstamos.

Es cierto, Islandia es un pequeño país que tiene menos habitantes que el barrio de Almagro, de la ciudad autónoma de Buenos Aires, 318 mil son los islandeses. Ahora bien, la provincia de Santa Cruz, la más austral de la Argentina, segunda en tamaño luego de la de Buenos Aires, está habitada por bastante menos gente, 272 mil son los santacruceños, según el último censo. Aparte de los paisajes, tienen en común algo, islandeses y santacruceños, además de una oligarquía delirante decidida a quedarse con todo. Poco y nada, la voluntad política, la paciencia y la perseverancia de los islandeses, dista años luz del sometimiento, la obsecuencia, la mansedumbre y la adaptación a la ficticia comodidad impuesta por el clientelismo degradante. No, no es un problema de número. Es cierto, habría que ver cómo se las ingeniarían los pescadores de bacalao de mar boreal, con la perfidia y la capacidad de simulación de la última dinastía peronista.

A los argentinos de bien, con capacidad crítica, mínimo sentido común, despojados de todo ideologismo, hombres y mujeres libres, no nos queda otra alternativa que reiniciar el camino interrumpido en 2002 luego de los asesinatos de Santillán y Kostecki, con el adelantamiento del llamado a elecciones y la sucesión decidida a dedo por Eduardo Duhalde. Néstor Kirchner no fue otra cosa que el emergente de esa crisis, elegido por sobre todo por ser un hombre de las corporaciones anglosajones de la minería y el petróleo, condición sine qua non exigida por el Imperio para autorizar la sucesión de la satrapía, segundo, por ser miembro de esa selecta oligarquía de políticos argentinos con una fortuna superior a los 1000 millones de dólares, tercero y principal, por haber destruido, arrasado, al pacífico movimiento de protesta cacerolero y asambleario de Río Gallegos a cadenazos y golpes de manopla sin que se enterara nadie que valiera la pena en Buenos Aires, la metrópoli.

Para ese entonces, más de 350 asambleas se reunían en todo el país, a lo largo y a lo ancho, todas las semanas durante 3 ó más horas, hubiera sol, lluvia, granizo, en la calle o en locales cerrados, bares, parroquias, para debatir los destinos de qué país querían, convencidos del fracaso de la clase política en pleno. La única sobreviviente fue la mediática de Gualeguaychú, justamente, una asamblea ambientalista, de baja intensidad, que en plena crisis no existía, su nacimiento fue posterior; así y todo, marcó la agenda de la política exterior de la Argentina durante los primeros años de la hegemonía patagónica.

Imaginar, tan sólo imaginar, qué puede suceder en esta Argentina atravesada por la decepción y el desaliento, por la alienación y la irritación, si tan sólo un cuarto de su Pueblo, se llega a poner de acuerdo y decide tirar para el mismo lado, humedece los ojos y pone los pelos de punta. Sí, tan sólo un cuarto, el resto puede seguir mirando a Tinelli o la Copa Libertadores, da lo mismo.

En este mundo globalizado y en crisis terminal del capitalismo y del sistema liberal representativo, entiendo que tanto Islandia como la Argentina tienen un destino manifiesto, darle una lección de Democracia al mundo, que falta le hace. Las oligarquías y corporaciones financieras, los partidos políticos tradicionales, sean de izquierda o derecha, vacíos de simbólicos y sobre todo de militantes genuinos, las mass mediáticas, ya no hayan forma de poder perpetuarse en el poder, con alternancias que son puro maquillaje. Creo que estos países del fin del mundo, austral y boreal, están en condiciones de sorprenderse antes que nada a sí mismos.

En el 2009 los islandeses comenzaron con su revolución pacífica sin tanta alharaca. No fue el caso de este país austral, acostumbrado tan mal a las masacres. Es hora que los ciudadanos, uno por uno, empecemos a deponer la violencia de nuestros corazones, tan mal alimentados de rencores y discordia. La mecha está pronta, el mismo Diablo la ha puesto, los peronistas y gorilas de hoy día se amenazan de muerte, más allá de la impostura y los tics de utilería de ambos, de guapos y patotas de pacotilla, esto puede volar en mil pedazos, sobre todo por la proverbial imbecilidad política de ambos, las golpizas a los camarógrafos de 678 o a los militantes del PRO, dan fe, mañana mismo, cacerolazo de por medio, por más minoritarios y de barrio norte que sean, se pueden convertir primero en grescas y luego en tragedia. Que la desidia, la pereza intelectual, el acendrado analfabetismo político o las improntas del pensamiento binario, no vuelvan a nublarnos el entendimiento, anularnos la razón. Estamos a tiempo, hay margen para el debate y la reflexión en cada quien. Esto se va a empezar a poner más que interesante hacia la añorada Primavera. La nuestra.